Desde la entrada en vigor del Real Decreto sobre Uso Sostenible de los fitosanitarios y la obligatoriedad de la Gestión Integrada de plagas (GIP), se nos plantea el reto de hacer un uso más eficiente y racional de los productos fitosanitarios. Como viticultores, tenemos la responsabilidad de obtener uva de la mejor calidad posible, sin la cual, es muy difícil hacer buenos vinos. Pero también tenemos la responsabilidad de cuidar la tierra para toda la sociedad.
Debemos, antes de plantearnos cualquier tipo de tratamiento herbicida, consultar si nuestras parcelas están enclavadas en alguna zona de protección a través del visor SIGPAC.
Si no estamos en ninguna zona de protección, solo necesitamos respetar las indicaciones de la etiqueta del producto que usemos.
Pero en el caso de estar en una zona de protección, los requisitos se incrementan: uso de boquillas antideriva, obligación de pasar la revisión de maquinaria cada dos años en vez de cada tres, contratar un asesor, y la más complicada de todas: evitar el uso de productos con el pictograma del pez, que son la inmensa mayoría.
Parece que en este caso, nos aboca a prácticamente no tratar y pasar a utilizar cubiertas vegetales, lo cual no necesariamente es malo. No debemos olvidar los inconvenientes de las cubiertas, que ciertamente compiten por el agua con la vid, y pueden hacerla más susceptible a heladas. Por tanto, debemos buscar cubiertas que sean de talla baja (no deben llegar a la cruz de las cepas) y deben estar agostadas en junio, antes de que pueda haber sequía fisiológica en las cepas. Sin embargo, como factores positivos cabe destacar que la cubierta vegetal puede ayudar a controlar el vigor de las plantas e incluso mejorar la calidad enológica de la uva.
Os recordamos, como siempre, que para cualquier consulta sobre la mejor estrategia a adoptar, contáis con el apoyo de nuestro equipo técnico agrícola, con María Paz López al frente de la dirección técnica. No dudéis en contactarnos para ampliar esta información.
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